Relato "Autostop" (la curva)
AUTOSTOP
Me desperté al alba. Era una mañana clara, distinta de las demás, lo presentía.
Decidí levantarme temprano para coger el coche y salir a conducir libremente, sin ningún destino en concreto. Me sentía feliz sin saber el motivo y parecía que el cielo me sonreía esa luminosa mañana. Arranqué el coche, rugido suave, pié en el pedal... tenía ganas de viajar al azar.
Nada más salir del estrecho camino inclinado de arena, que conducía a mi casa, frené como siempre para mirar a ambos lados, pues aquella curva fue siempre peligrosa. Era una vía ancha, de doble sentido, que bajaba de una colina anterior, y no tenía casi visibilidad.
Pero la carretera parecía despejada, no se vislumbraba un solo coche en lo que mi vista alcanzaba. Tan sólo el gris oscuro, recién asfaltado de la carretera entre suaves curvas de bajada, cercada por altos y frondosos árboles.
Arranqué deprisa pero al poco, me encontré con la primera sorpresa del día: Unos cientos de metros mas allá, una chica hacía autostop. La sorpresa de la mañana parecía corresponder con mi alegría al despertar. Decidí parar, pues no me costaba nada llevarla, aunque no tenía costumbre recoger a personas desconocidas de la carretera, más que nada por desconfianza y sobre todo porque siempre tenía mucha prisa por ir a trabajar.
Pero esa mañana, no tenía prisa ni destino, así que no tuve reparos. Además, la chica......parecía hermosa, y sería una agradable compañía.
- "¡Hola!" Me gritó efusivamente ella por la ventanilla.
-" ¿Puedes llevarme al pueblo más cercano?"
-"Claro, no hay problema, no tengo prisa, solo he salido a pasear" Respondí con una sincera sonrisa, pues noté en su rostro cierta tensión o desconfianza. "Sólo faltaba que se asustara ella, en vez de asustarme yo" Pensé, riendo en voz baja.
Después de saludarnos, sin presentarnos ni nada, comenzamos a charlar del tiempo, del trabajo, de la vida. Había que romper el fuego, pensé, y decidí comenzar a bromear:
-"¡Oye, no serás tú la chica fantasma que se aparece en las curvas!"
Risotadas de ella y mías (Quizá más bien para romper la tensión al no saber que decir).
-"¡Si, lo soy!" Respondió ella, siguiendo el juego.
"Ags........ ¡Para una vez que ligo, no puedo comerme nada!" Grité entre risas. Parecía que el ambiente se había relajado con su respuesta y mi broma.
Y así seguimos bromeando, entre chistes, tonterías y chascarrillos sencillos y fáciles hasta que en un tramo de carretera, divisamos un bar ó restaurante con pinta de taberna típica, estilo caserón de carretera. Le pregunté si no le importaba que paráramos para tomar un café (yo no había desayunado, y ella parecía también hambrienta).
-" Yo invito" Respondió ella, con una amplia sonrisa en la cara.
Pero el chasco fue mayúsculo, al comprobar que en el interior, no había nadie atendiendo el local. El caso es que olía a café y pan recién hecho (el olor parecía alimentar más mi hambre), asi que golpeé la barra del bar repetidas veces.
- "¿Algún alma caritativa nos podría dar de comer?" dijo ella en tono lastimero entre risas, poniendo cara de pobre muerta de hambre. Pero nadie contestaba. Silencio, excepto el murmullo de la madera del suelo y el crepitar del fuego en una chimenea.
Comenzamos a reír los dos.
- "¿Nos auto servimos?" Risas y más risas. Pero al final, cansados de esperar, dije:
-"Bueno, sigamos, no vaya a ser que vuelva el dueño y le demos un susto de muerte" Aun así, no pude remediarlo y al salir, le di repetidas veces a las campanillas de la puerta que anunciaban la entrada de algún cliente, y como si fuéramos niños pequeños haciendo una travesura, salimos corriendo entre risas sin esperar.
En realidad, me había fastidiado un poco que no estuviera el dueño atento a la barra. "¿Abrir para eso?" Pensé
- "Quizá estará detrás de la casona, ocupado con el ganado o limpiando el prado, y es un hombre mayor, que no espera que a estas horas llegue nadie." Pensó ella, y yo asentí sonriendo.
Arrancamos el coche y decidimos seguir camino.
Mientras ella conducía ("Déjame conducir, no es que no me fíe de ti eh" Me dijo entre risitas burlonas, pero poniendo cara de falso enfado, acepté complacido), me dediqué a jugar con la radio, buscando alguna emisora que pusieran canciones.
Comencé a cantar algunas letras que escuchaba en la radio, pero cambiando las mismas en plan de guasa, y ella me siguió la corriente, entre risas y más risas.
Fue desde luego una mañana estupenda. En mi interior, tuve la sensación que mi intuición de por la mañana había sido acertada.
-"Por cierto, no te he dicho, pero realmente no tengo prisa ni destino alguno en concreto... ¿Quieres que sigamos hasta el mar?" Dijo ella de repente con una sonrisa radiante. No pude negarme. El mar nos pillaba a media hora de camino nada más, y el día parecía ser cada vez más y más luminoso.
-"Te enseñaré mi lugar secreto" Continuó ella, viendo mi asentimiento.
Y después de muchos kilómetros al volver un recodo en lo alto de una colina, divisamos entre árboles, prados y riscos, el mar.
No recordaba un mar tan azul como aquel. La playa estaba desierta, seguramente por ser laborable y por la mañana (Tengo que confesarlo, no quise ese día ir a trabajar) y teníamos kilómetros de playa para nosotros. Todas las olas nos miraban.
No recuerdo cuanto tiempo estuvimos jugando, corriendo, bañándonos y tumbados al sol medio dormidos., Pero llegaba la tarde y había que regresar.
Volvimos dando un breve paseo a nuestra carretera de partida, cogidos de la mano. En un instante cualquiera, me atreví a darla un beso sincero, tranquilo, rozando sólo sus labios, con una sonrisa de agradecimiento en mi rostro.
-"Gracias por un día tan lindo" Le dije rápidamente para evitar el bochorno de mi comportamiento. Ella no respondió nada, solamente sonreía, y mirándome a los ojos, me devolvió el beso, ese beso que me pareció eterno y precioso.
Nos despedimos de nuevo en la misma vereda del camino donde nos habíamos encontrado por la mañana, con un simple gesto de la mano y un beso volado, y ella giró la espalda para seguir su camino carretera abajo. Yo seguí tranquilamente caminando para alcanzar la curva que llevaba a mi casa, recordando sin parar cada sensación, cada momento de aquel intenso día.
De repente, recordé: ¡No le había preguntado ni su dirección, ni su nombre, ni su teléfono, ni cuando volveríamos a vernos!.
Mi corazón dio un brinco. El miedo a la soledad se apoderó de mí, y regresé corriendo por la cuneta, pero ella ya no estaba.
Me paré en seco.
¿Donde estaba mi coche? ¿Como habíamos vuelto tan deprisa?
Comprendí de nuevo, y me sentí de repente desolado.
Al llegar al principio del camino de arena en mi curva, me senté para ver atardecer sobre una roca que sobresalía, grande y hermosa. A lo lejos, el Sol se escondía de nuevo, y mi sombra se alargaba cada vez más hasta confundirse con el negro de la carretera.
Me quedé inmóvil, convertido en sombra, sin poder regresar, sin saber quien era, como siempre, como todos los días, en mi curva dichosa....
....Con la esperanza que Dios me regalara otro día de vida como aquel, para volver a ser persona de carne y hueso, para volver a encontrarme con la que un día fue mi mujer.
En mi curva, en su curva. En aquella curva que fue nuestro final, hace ya tanto tiempo.....
Miguel Ángel W. "Mawey"
Mayo del 2004 ®
Me desperté al alba. Era una mañana clara, distinta de las demás, lo presentía.
Decidí levantarme temprano para coger el coche y salir a conducir libremente, sin ningún destino en concreto. Me sentía feliz sin saber el motivo y parecía que el cielo me sonreía esa luminosa mañana. Arranqué el coche, rugido suave, pié en el pedal... tenía ganas de viajar al azar.
Nada más salir del estrecho camino inclinado de arena, que conducía a mi casa, frené como siempre para mirar a ambos lados, pues aquella curva fue siempre peligrosa. Era una vía ancha, de doble sentido, que bajaba de una colina anterior, y no tenía casi visibilidad.
Pero la carretera parecía despejada, no se vislumbraba un solo coche en lo que mi vista alcanzaba. Tan sólo el gris oscuro, recién asfaltado de la carretera entre suaves curvas de bajada, cercada por altos y frondosos árboles.
Arranqué deprisa pero al poco, me encontré con la primera sorpresa del día: Unos cientos de metros mas allá, una chica hacía autostop. La sorpresa de la mañana parecía corresponder con mi alegría al despertar. Decidí parar, pues no me costaba nada llevarla, aunque no tenía costumbre recoger a personas desconocidas de la carretera, más que nada por desconfianza y sobre todo porque siempre tenía mucha prisa por ir a trabajar.
Pero esa mañana, no tenía prisa ni destino, así que no tuve reparos. Además, la chica......parecía hermosa, y sería una agradable compañía.
- "¡Hola!" Me gritó efusivamente ella por la ventanilla.
-" ¿Puedes llevarme al pueblo más cercano?"
-"Claro, no hay problema, no tengo prisa, solo he salido a pasear" Respondí con una sincera sonrisa, pues noté en su rostro cierta tensión o desconfianza. "Sólo faltaba que se asustara ella, en vez de asustarme yo" Pensé, riendo en voz baja.
Después de saludarnos, sin presentarnos ni nada, comenzamos a charlar del tiempo, del trabajo, de la vida. Había que romper el fuego, pensé, y decidí comenzar a bromear:
-"¡Oye, no serás tú la chica fantasma que se aparece en las curvas!"
Risotadas de ella y mías (Quizá más bien para romper la tensión al no saber que decir).
-"¡Si, lo soy!" Respondió ella, siguiendo el juego.
"Ags........ ¡Para una vez que ligo, no puedo comerme nada!" Grité entre risas. Parecía que el ambiente se había relajado con su respuesta y mi broma.
Y así seguimos bromeando, entre chistes, tonterías y chascarrillos sencillos y fáciles hasta que en un tramo de carretera, divisamos un bar ó restaurante con pinta de taberna típica, estilo caserón de carretera. Le pregunté si no le importaba que paráramos para tomar un café (yo no había desayunado, y ella parecía también hambrienta).
-" Yo invito" Respondió ella, con una amplia sonrisa en la cara.
Pero el chasco fue mayúsculo, al comprobar que en el interior, no había nadie atendiendo el local. El caso es que olía a café y pan recién hecho (el olor parecía alimentar más mi hambre), asi que golpeé la barra del bar repetidas veces.
- "¿Algún alma caritativa nos podría dar de comer?" dijo ella en tono lastimero entre risas, poniendo cara de pobre muerta de hambre. Pero nadie contestaba. Silencio, excepto el murmullo de la madera del suelo y el crepitar del fuego en una chimenea.
Comenzamos a reír los dos.
- "¿Nos auto servimos?" Risas y más risas. Pero al final, cansados de esperar, dije:
-"Bueno, sigamos, no vaya a ser que vuelva el dueño y le demos un susto de muerte" Aun así, no pude remediarlo y al salir, le di repetidas veces a las campanillas de la puerta que anunciaban la entrada de algún cliente, y como si fuéramos niños pequeños haciendo una travesura, salimos corriendo entre risas sin esperar.
En realidad, me había fastidiado un poco que no estuviera el dueño atento a la barra. "¿Abrir para eso?" Pensé
- "Quizá estará detrás de la casona, ocupado con el ganado o limpiando el prado, y es un hombre mayor, que no espera que a estas horas llegue nadie." Pensó ella, y yo asentí sonriendo.
Arrancamos el coche y decidimos seguir camino.
Mientras ella conducía ("Déjame conducir, no es que no me fíe de ti eh" Me dijo entre risitas burlonas, pero poniendo cara de falso enfado, acepté complacido), me dediqué a jugar con la radio, buscando alguna emisora que pusieran canciones.
Comencé a cantar algunas letras que escuchaba en la radio, pero cambiando las mismas en plan de guasa, y ella me siguió la corriente, entre risas y más risas.
Fue desde luego una mañana estupenda. En mi interior, tuve la sensación que mi intuición de por la mañana había sido acertada.
-"Por cierto, no te he dicho, pero realmente no tengo prisa ni destino alguno en concreto... ¿Quieres que sigamos hasta el mar?" Dijo ella de repente con una sonrisa radiante. No pude negarme. El mar nos pillaba a media hora de camino nada más, y el día parecía ser cada vez más y más luminoso.
-"Te enseñaré mi lugar secreto" Continuó ella, viendo mi asentimiento.
Y después de muchos kilómetros al volver un recodo en lo alto de una colina, divisamos entre árboles, prados y riscos, el mar.
No recordaba un mar tan azul como aquel. La playa estaba desierta, seguramente por ser laborable y por la mañana (Tengo que confesarlo, no quise ese día ir a trabajar) y teníamos kilómetros de playa para nosotros. Todas las olas nos miraban.
No recuerdo cuanto tiempo estuvimos jugando, corriendo, bañándonos y tumbados al sol medio dormidos., Pero llegaba la tarde y había que regresar.
Volvimos dando un breve paseo a nuestra carretera de partida, cogidos de la mano. En un instante cualquiera, me atreví a darla un beso sincero, tranquilo, rozando sólo sus labios, con una sonrisa de agradecimiento en mi rostro.
-"Gracias por un día tan lindo" Le dije rápidamente para evitar el bochorno de mi comportamiento. Ella no respondió nada, solamente sonreía, y mirándome a los ojos, me devolvió el beso, ese beso que me pareció eterno y precioso.
Nos despedimos de nuevo en la misma vereda del camino donde nos habíamos encontrado por la mañana, con un simple gesto de la mano y un beso volado, y ella giró la espalda para seguir su camino carretera abajo. Yo seguí tranquilamente caminando para alcanzar la curva que llevaba a mi casa, recordando sin parar cada sensación, cada momento de aquel intenso día.
De repente, recordé: ¡No le había preguntado ni su dirección, ni su nombre, ni su teléfono, ni cuando volveríamos a vernos!.
Mi corazón dio un brinco. El miedo a la soledad se apoderó de mí, y regresé corriendo por la cuneta, pero ella ya no estaba.
Me paré en seco.
¿Donde estaba mi coche? ¿Como habíamos vuelto tan deprisa?
Comprendí de nuevo, y me sentí de repente desolado.
Al llegar al principio del camino de arena en mi curva, me senté para ver atardecer sobre una roca que sobresalía, grande y hermosa. A lo lejos, el Sol se escondía de nuevo, y mi sombra se alargaba cada vez más hasta confundirse con el negro de la carretera.
Me quedé inmóvil, convertido en sombra, sin poder regresar, sin saber quien era, como siempre, como todos los días, en mi curva dichosa....
....Con la esperanza que Dios me regalara otro día de vida como aquel, para volver a ser persona de carne y hueso, para volver a encontrarme con la que un día fue mi mujer.
En mi curva, en su curva. En aquella curva que fue nuestro final, hace ya tanto tiempo.....
Miguel Ángel W. "Mawey"
Mayo del 2004 ®
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